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Maestra de renovables
El paisaje de Motilla del Palancar, en Cuenca, donde vivo desde hace 19 años, ha ido cambiando. Así como yo. Me he ido reciclando, diversificando, reinventando con los años, pero nunca me había imaginado mi última etapa profesional… He trabajado como pedagoga, maestra de enseñanza infantil, dueña de una agencia de viajes, profesora de inglés… Fui buscando qué es lo que quería hasta que, en 2019, sin pensarlo, las renovables entraron en mi vida.
Mi negocio en el sector turístico no iba bien, así que, al surgirme la posibilidad de empleo como administrativa en la construcción del parque eólico de mi pueblo, no me lo pensé dos veces. En cuanto los aerogeneradores se pusieron en marcha, me trasladé a otros proyectos: dos plantas fotovoltaicas en Mallorca y, ahora, el montaje de los tres parques eólicos de Campillo, a 25 kilómetros de Motilla.
Un aprendizaje continuo
Impresiona ver llegar a los más de 20 enormes camiones, de 85 metros de largo por tres metros de ancho, que, escoltados por la Guardia Civil, trasportan los componentes. Es decir, como si cada uno fuera un edificio de más de 30 plantas tumbado. Cada pala, de hecho, mide nada menos que 75,5 metros. También las partes de las torres de hormigón, que las traen divididas en piezas desde una fábrica de Motilla y, en el momento de montarlas, es increíble como suben cada uno de los tramos y los van encajando unos sobre los otros, como un lego. Llama mucho la atención todo el montaje de los molinos.
“Impresiona ver llegar a los más de 20 enormes camiones, de 85 metros de largo por tres metros de ancho, que, escoltados por la Guardia Civil, trasportan los componentes. Es decir, como si cada uno fuera un edificio de más de 30 plantas tumbado”.
Es un campo muy interesante, en el que aprendes muchas cosas. De hecho, me metí de cabeza en este mundillo sin ningún conocimiento sobre el tema –y, por lo tanto, con un cierto miedo–, pero con mucha curiosidad. Como soy la que lleva el acta de las reuniones, tengo la oportunidad de estar con geólogos, arqueólogos, expertos en medio ambiente, supervisores civiles y eléctricos, gente que sabe muchísimo de lo suyo y de quienes me alimento para conocer cada vez más sobre todo lo que conlleva la producción de energías renovables.
Por cierto, creo que es un tema por el que todos deberíamos interesarnos. ¡Son energías limpias! Aunque la construcción, en general, nos pueda parecer poco atractiva, cuando está relacionada con lo que nos afecta directamente, como abaratar nuestros gastos y cuidar del medio ambiente, creo que es un incentivo suficiente.
Desde mi perspectiva, como profesional de la enseñanza, creo, incluso, que se debería plantear incorporar las renovables como contenido educativo en los colegios. Sería muy interesante que los niños aprendieran cómo se produce la energía, cómo se transforma y cómo se canaliza hasta que nos llega a nosotros y la podemos utilizar. ¡No se trata de levantar un molino y ya está!
Críticas que terminan en halagos
En los mismos pueblos dónde se yerguen estas plantas, los vecinos saben poco al respecto, aunque no se corten en opinar sobre muchos aspectos de la obra, incluso legales. Al principio, no les hace gracia que se construyan los parques eólicos y nos odian a muerte, porque dicen que estamos destrozando los caminos. Luego, todo se termina y ven lo maravillosas que han quedado las carreteras. Lo que antes eran vías estrechas y arcillosas, que apenas se podían utilizar en días de lluvia, se han convertido en caminos de zahorra, de seis metros de ancho. Pasamos, pues, a ser personas estupendas a sus ojos.
“Por aquí la fauna es muy rica, y es tenida muy en cuenta durante todo el proyecto de la planta eólica. Ya me he cruzado con corzos, jabalíes , víboras, liebres, zorros, águilas reales…”.
El ritmo de trabajo en la Terminal de Endesa del Puerto Exterior de Ferrol era impresionante. Acumulábamos descargas anuales del orden de 4.800.000 toneladas de carbón. Recibíamos de 30 a 40 barcos de 300 metros de eslora por casi 50 de ancho. Es decir, como si con un solo buque tuviera tres campos de fútbol repletos de carbón. Para llevar todo ese mineral hasta la Central Térmica de As Pontes necesitábamos cerca de 6.000 viajes de camión. En total, eran unos 180.000 trayectos por año.
Esta ha sido la dinámica durante una década, desde que se inauguró, en 2009, la terminal de la que me hice responsable y en la que he sido prácticamente la única mujer entre más de 200 hombres.
Estas instalaciones se construyeron porque, tras la clausura de la mina de lignito de As Pontes, se necesitaba importar grandes volúmenes de carbón. El Puerto Interior, donde yo llevaba trabajando dos años, se nos había quedado pequeño.
Al principio, te puede resultar un poco raro ese cambio de paisaje, pero enseguida lo ves como algo bueno. Al fin y al cabo, ¡jolín, es energía renovable!
“Y desde mi terraza veo los molinos. Al principio, te puede resultar un poco raro ese cambio de paisaje, pero enseguida lo ves como algo bueno. Al fin y al cabo, ¡jolín, es energía renovable!”.
Lourdes Martínez
Administrativa de Applus para EGP en el Parque Eólico de Campillo.
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