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Durante la final de la segunda edición de Las Ideas Se Mueven contamos la presencia de Neil Harbisson, la primera persona en el mundo reconocida como cíborg, que nos ofreció toda una lección de vida.
El avance tecnológico no solo nos hace la vida más fácil, sino que a muchas personas les posibilita vivirla en plenitud. ¿Pero se puede utilizar la tecnología para expandir todavía más los sentidos humanos?
Durante la final de la segunda edición de Las Ideas Se Mueven tuvimos el enorme placer de contar con la presencia de Neil Harbisson, la primera persona en el mundo reconocida como cíborg, que nos ofreció toda una lección de vida.
"La tecnología puede ser utilizada como un sentido y no como una herramienta"
Neil nació con una condición llamada acromatopsia que le impedía ver y percibir los colores. Hace ya más de una década, este artista y activista anglo-irlandés tuvo la idea de conectar un dispositivo a su cabeza que le permitiera procesar cierta información, e identificar los colores que estaba viendo a través de las frecuencias de cada uno de ellos. De esta forma, consiguió que el audio se transmitiera a través de vibraciones desde la parte baja de su cráneo a su oído interno, y fue capaz de empezar a “escuchar” y “sentir” los colores.
"Podemos diseñar qué especie queremos ser"
Esta peculiaridad de Harbisson -su antena traductora de color a sonido- lo ha convertido en un cíborg. Es decir, en una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos que mejoran las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología. Su capacidad sobrehumana para percibir los colores (incluso los ultravioleta) le ha permitido ser capaz de realizar cuadros artísticos coloridos, los cuales le han otorgado gran notoriedad y reconocimiento a nivel mundial. De hecho, y tras largos procesos burocráticos, las autoridades han reconocido el dispositivo como parte de su identidad.
Lo verdaderamente impresionante de toda esta historia es poder comprobar cómo se movió la idea de Neil Harbisson hasta llegar a desarrollarse finalmente. Todo un ejemplo para todos y cada uno los presentes en el evento final de presentación de Las Ideas Se Mueven
Pero esta no fue la única gran idea que pudimos conocer durante el evento. Un total de once participantes prefinalistas tuvieron la oportunidad de acudir a un particular speed dating para compartir sus ideas con cada uno de los once expertos allí presentes. El objetivo era claro: ayudar a dar forma a esas ideas a partir de la visión externa de los participantes.
Además, los tres universitarios finalistas, que días antes había recorrido Madrid en un vehículo eléctrico llamado Endesa Van, a bordo del cual recibieron una “mentorización” de una hora con un experto en la materia, pudieron presentar sus ideas en público, delante de todos los asistentes.
La idea de Sergio Sánchez Romero está basada en el desarrollo de una app, EndeSmart, capaz de ofrecer a los consumidores de Endesa consejos en tiempo real para mejorar su eficiencia energética y disminuir con ello su gasto. De esta forma, se conseguiría algo que todo cliente desea: un servicio que le permita ahorrar en su factura.
Para llevar a cabo este proyecto, Sergio explicó que sería necesaria una recogida previa de datos a través de la instalación de un sistema de sensores colocados en aparatos de iluminación, electrodomésticos y calderas, un procesamiento posterior de aquellos mediante programación de algoritmos y su conversión final en información útil para el cliente. De esta manera, se podría, por ejemplo, configurar la temperatura de calefacción óptima de cada usuario para conseguir un mayor ahorro de energía.
La entrega de esta información en tiempo real a través de la app sería el verdadero valor de EndeSmart: una app dirigida tanto a clientes de Endesa, como a hogares, comunidades de vecinos, empresas, negocios o centros públicos.
¿Sabíais que la industria de extracción del agar es una de las más importantes industrias de las algas? Pues bien, el objetivo principal de esta idea, de Ignacio Sánchez Barba, sería poder dar un segundo uso a estos subproductos -que actualmente están desaprovechados y son considerados residuos- y conseguir así una reducción de los mismos.
Esta propuesta estaría basada en utilizar el agar como biofertilizante para la agricultura. Debido a la multitud de aplicaciones de las que se pueden obtener subproductos, se abriría todo un abanico de posibilidades: fertilizantes, compuestos bioactivos para farmacéuticas, industria del papel o biorremediación de suelos. El primer paso sería inscribir esos subproductos en el registro de fertilizantes para que, una vez inscritos, sean las propias industrias las que puedan ceder estas empresas de compostaje o fertilizantes, o incluso fabricar ellas mismas sus propios abonos orgánicos con sus subproductos. Con todo ello, se conseguiría la protección del medioambiente y de nuestro entorno, razón principal por la que surgió esta idea.
Laura Marí Martínez propuso y presentó una idea relacionada con la mejora de la eficiencia energética, basándose en la recuperación del frío que vierten las regasificadoras al mar. La finalidad: usarlo para refrigerar edificios a través de una red de district cooling. Esto supondría la mejora del desempeño energético de la zona gracias al uso de la energía disponible que hasta ahora está siendo desaprovechada, y se minimizaría así el impacto medioambiental de la planta regasificadora sobre la flora y fauna mineras.
¿Cómo se desarrolla esta idea? En la zona del último y mayor intercambiador de la planta se haría un bypass en el que se instalaría otro intercambiador. Este dispondría de una corriente de agua glicolada que recogería el frío y lo transportaría por una red de tuberías hasta poblaciones cercanas. De esta forma, se utilizaría energía disponible que a día de hoy está siendo desperdiciada. Algunos de los elementos que se necesitarían para esta instalación serían intercambiadores de calor, colectores, bombas, válvulas y redes de tuberías, algo que no supondría una gran dificultad a nivel tecnológico.
Hasta ahora, el frío liberado en el proceso de regasificación lo recogía una corriente de agua salada que se vertía al mar, pero, gracias a esta idea, se recuperaría refrigeración o incluso procesos industriales.
Imágenes: Fundación Universidad-Empresa