
Verlo siempre en Español
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Se dice que para tener éxito hay que fracasar. Para volver al camino del triunfo deberíamos tener bien cerca la lista del profesor de la Universidad de Harvard, David Mc Clelland, con las diez competencias que debería tener un emprendedor para alcanzar el éxito y no volver a tropezar.
Por Guillaume Jandot
Se dice que para tener éxito hay que fracasar y no estamos aquí para desafiar la sabiduría popular. Pongamos que ya nos hemos caído, nos hemos levantado y nos estamos preparando para volver al camino del triunfo. Para ello deberíamos tener bien cerca la lista del profesor de la Universidad de Harvard, David Mc Clelland, con las diez competencias que debería tener un emprendedor para alcanzar el éxito y no volver a tropezar.
Esta metodología, desarrollada durante los años 60, fue adoptada por la UNCTAD –el organismo de la ONU para asuntos de comercio y desarrollo– con el objetivo de fomentar el espíritu emprendedor y empoderar los emprendedores que quieren poner en marcha un negocio bajo el nombre Empretec, contracción de la palabras “emprendedor” y “tecnología”. En España, entidades como Youth Business Spain y la Fundación Endesa, se han unido recientemente para desarrollar un programa de desarrollo de competencias emprendedoras para jóvenes, basado en el método Empretec, que se implementará a partir de 2017.
La “fórmula mágica” contiene los siguientes ingredientes:
Evidentemente el éxito empresarial no llamará a nuestra puerta mientras estamos sentados en el sofá en pijama o viendo una película durante la sobremesa. La suerte hay que salir a buscarla y hay que tener la mente abierta y configurada para encontrar y explotar todas las oportunidades posibles. Un emprendedor es una persona que busca las oportunidades, siempre.
Uno solo fracasa si después de un contratiempo se da por vencido. Pero en el mundo empresarial hay que ponerse rodilleras y coderas y prepararse para recibir una negativa tras otra hasta que un día suena la flauta. De esta manera, la persistencia es una de las mejores compañeras del emprendedor. “¡No te rindas!”, es el lema del emprendedor.
No hay nada peor que no tener palabra. Para que se nos tome en serio debemos cumplir lo que prometemos a cualquier persona que nos acompañe en nuestra aventura empresarial, independientemente si es un mentor, un proveedor o un cliente. Todos deben saber que pueden confiar en nosotros ciegamente. Si lo digo, lo hago.
Haciendo la vista gorda y aceptando un resultado mediocre no hacemos ningún favor a nadie. Debemos obstinarnos en ofrecer la mejor versión de nosotros mismos y buscar lo mejor y de la mejor manera posible. Si no es el caso, significa que no vamos por el buen camino. Un emprendedor de éxito siempre quiere mejorar la calidad de su trabajo.
Quedándonos en la zona de confort no avanzaremos nunca. Hay que tirarse a la piscina y hay que hacerlo con todas las consecuencias. Pero tampoco está de más comprobar primero si esa piscina tiene agua, a qué temperatura está o si está medianamente limpia. Puede que todos estos cálculos tomen un poco de tiempo, pero una vez abajo, el salto habrá valido la pena.
La distancia de un punto “A” a un punto “B” puede parecer totalmente lejos de nuestro alcance, imposible. Pero, si fijamos una escalera de pequeñas metas y vamos avanzando poco a poco, cuando estemos arriba miraremos de dónde venimos con vértigo y ni nos habremos dado cuenta del esfuerzo. Es la competencia la más importante porque sin objetivos nada tiene sentido.
La información es poder. Para tener un negocio de éxito hay que estudiar todos los factores del mercado en el que nos vamos a sumergir, de las personas con las que vamos a trabajar y de los clientes a los que debemos satisfacer. Para poder anticipar y evitar problemas hay que tener información de calidad.
Para no perdernos por el camino del emprendimiento, lo más práctico es que usemos un mapa y sigamos sus indicaciones de forma precisa hasta llegar a nuestro destino. De lo contrario, seguramente demos muchas vueltas y acabemos perdidos.
Anteriormente veíamos que el éxito no se servía a domicilio y ahora nos damos cuenta de que hay que ir a una pizzería para comer una pizza y, si conocemos al pizzero, es probable que cenemos todavía mejor. Además debemos aprender a convencer a nuestro interlocutor de que nuestro proyecto es fiable, de que tenemos palabra y lo tenemos todo bajo control.
Para poder convencer a los demás primero tenemos que estar seguros de nosotros mismos. Debemos conocer tanto nuestras carencias como nuestras capacidades; unas para subsanarlas y otras para explotarlas. Además, es importante que seamos capaces de, una vez alcanzado el éxito, sentarnos un rato y mirar lo que hemos conseguido, los retos que hemos afrontado, los fracasos y éxitos que hemos tenido, con toda la satisfacción del mundo.
Ahora lo tienes todo. Así que no esperes más para lanzarte. ¡Emprende! y da el primer paso hacia tu propia empresa.