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Las actividades deportivas necesitan escenarios adecuados a cada categoría: tierra para la escalada, nieve para el esquí y hielo para el patinaje, entre tantos otros. Son solo algunos de los ejemplos de deportes que se realizan al aire libre, pero ¿qué sucede cuando la naturaleza no es capaz de aportar los materiales necesarios para llevar a cabo la actividad?
El beneficio social del deporte es incalculable. Es por eso que empresas y organizaciones también tienen un papel determinante en la creación de espacios adecuados para la realización segura de estas actividades. Uno de los terrenos en los que mejor deben aplicarse este tipo de acciones es en el agua, generadora de una gran cantidad de espacios deportivos.
Son muchos los deportes que tienen lugar en el agua y que necesitan de un caudal concreto. Sin embargo, debido a sucesos climatológicos como lluvias y sequías estas actividades sociales pueden no darse con naturalidad, y es ahí donde entran agentes externos que aportan soluciones de valor.
Para asegurar el mantenimiento de unas condiciones óptimas que permitan realizar con éxito estas actividades deportivas existen empresas y asociaciones que tratan de llegar a donde la naturaleza no puede por sí misma. En Lleida, algunas de las prácticas que se han beneficiado de estas acciones son el piragüismo, el rafting, la canoa y el descenso de barrancos.
Reutilizar, reducir y reciclar. Esas son las tres grandes características de la economía circular y que sirven de pilar ante esta situación: aprovechar la existencia de centrales hidroeléctricas para la creación de espacios deportivos que puedan servir como escenario de las actividades locales.
Por supuesto, para que pueda utilizarse el agua de estos espacios para la generación energética o para realizar los deportes, es obligatorio que se esté aportando la cantidad suficiente de agua para el consumo humano, el mantenimiento del caudal ecológico de los ríos y el riego de los terrenos.
Bajo este prisma, al mismo tiempo que se realiza una regulación óptima y sostenible del caudal, pueden aprovecharse los recursos naturales para una generación eléctrica que pueda compatibilizarse con su uso deportivo. Se realiza mediante las turbinas de las centrales hidroeléctricas, acción que permite generar energía 100% renovable a través de la fuerza del agua que se utiliza en la acción deportiva.
Además, en otras ocasiones únicamente se abren las compuertas de los embalses para regular el agua de los ríos y ayudar a que dichas prácticas puedan llevarse a cabo. Que se ponga en marcha un caso u otro dependerá del deporte y de las condiciones que se den en cada situación.
Para llevarlo a cabo, el agua debe acumularse durante un periodo determinado y, una vez que la experiencia comienza a desarrollarse, se libera durante el tiempo necesario para realizar la actividad.
No son pocos los casos que se han dado en este campo: hasta 1.480 operaciones hemos realizado desde la división de energías renovables de Endesa, Enel Green Power, en Lleida a lo largo de 2017 para lograr un ajuste del caudal que dé lugar a la realización óptima y segura del deporte.
El beneficio es doble. Por un lado, la generación eléctrica es totalmente renovable gracias a la fuerza de las corrientes de agua. Pero, además, en las localidades en las que se dan estos casos se crea una repercusión positiva derivada de las actividades deportivas.
Solo en Lleida, se han generado 1.939 puestos de trabajo, directos e indirectos, gracias a las más de 340.000 actividades deportivas realizadas en 2017. Un balance muy positivo que convierte al agua en un motor económico capaz de atraer el turismo a aquellas comarcas en las que se realizan estas acciones.
El rafting ya se ha convertido en el deporte por excelencia de estos territorios gracias a la regulación del caudal realizado para la generación eléctrica. No es solo una cuestión económica. Sostenibilidad, cultura, sociedad y energía se unen a través de la economía circular para lograr una relación en la que todos ganan.