Compromiso, excelencia y talento
Pocas circunstancias traducen mejor el éxito de una estructura deportiva como la de alcanzar la participación en unos Juegos Olímpicos, y el baloncesto español goza este verano de una triple representación en París: las dos Selecciones Absolutas de 5x5 y la Femenina en formato 3x3. Un éxito que tiene el valor de no ser circunstancial.
Por Elisa Aguilar
España lucha siempre por las medallas, por estar en lo más alto, y cuando nuestras selecciones las consiguen nos sentimos felices y orgullosos y la celebramos. Pero el verdadero objetivo de la estructura de nuestro baloncesto es el de dotar a nuestros jugadores y jugadoras del máximo nivel de competitividad, poniendo a su servicio los mayores y mejores recursos materiales y humanos para su desarrollo y crecimiento, de la mano de equipos técnicos de calidad y experiencia reconocidos internacionalmente. Una escala de valores que nos ha convertido en ‘La Familia’ en el mundo entero, y que nos dota de una forma de estar en la pista, y fuera de ella, que es admirada por el resto de los países de nuestro entorno deportivo.
Todo ello en una pirámide de formación en la que la continuidad es una de las bases fundamentales, y a partir de la cual nuestros jugadores, jugadoras y equipos disfrutan de una identidad y unos valores que se transmiten de generación en generación, generan un sentimiento de pertenencia único y dan a nuestros equipos su particular Marca España. Una pirámide y una continuidad en la que trabajan junto a nosotros nuestros clubes y las Federaciones Autonómicas, cada cual desde sus responsabilidades y posibilidades, pero todos con la máxima ambición y un objetivo final común. Un equipo del que formamos parte todos y que, además, desde hace un año, se ha fijado el reto de llegar al año 2030 con medio millón de licencias, más que nunca en nuestra historia, una cifra que vamos camino de alcanzar y que desde luego sería tan valiosa como una de las numerosas medallas que guardan nuestras vitrinas. Un equipo que encuentra un impulso especial, y único, en la relación que se genera con los socios y patrocinadores que, como sucede en el caso de Endesa, superan la dimensión del patrocinio para convertirse en algo mucho más íntimo y comprometido, en unos miembros de La Familia con los que se puede contar en cualquier situación.
La pirámide y la continuidad también se encuentran en las competiciones y campeonatos, en especial en los de las categorías de formación, que son en los que nuestros jugadores y jugadoras dan sus primeros pasos con la ilusión de llegar a la élite, y que en los últimos meses hemos ampliado asimismo al formato 3x3.
El resultado de todo ello es un trabajo coordinado y conjunto que suma y nos hace mejores, que ha conseguido un reconocimiento internacional unánime y que, verano a verano, se traduce en los éxitos de los equipos que lo representan: nuestras Selecciones. Es habitual verlas subir a los podios, y esperamos que este año también sea así porque las medallas, incuestionablemente, hacen que el camino sea más firme y apasionante. Pero lo que queremos sobre todo es verles competir y sentirse orgullosos de hacerlo.
De este modo, como estamos viviendo, el inevitable relevo no es una fase de incertidumbre ni un motivo de desasosiego. Al contrario: lo afrontamos con las garantías del trabajo bien hecho y la ilusión de todos quienes lo protagonizan, y lo han protagonizado, desde hace ya unos cuantos años, de forma paulatina y planificada, y que revelan que #La Familia no es simplemente un hashtag sino la mejor definición posible de lo que somos. Porque defender la camiseta de tu país, hacerlo durante muchos años y, además, colaborar en grandes éxitos es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista.
Nuestro secreto, si lo hay, es el del compromiso, la excelencia, la perseverancia y el talento. Los que representa como pocos nuestro gran capitán, Rudy Fernández, del que nos sentimos más orgullosos si cabe por verle escribir en los próximos días en París una de las páginas más brillantes de la historia del baloncesto mundial. El suyo es el mejor ejemplo posible, una de las grandes referencias para nuestros y nuestras jóvenes que ya visten, o que vestirán algún día, la camiseta de España.
Su ilusión y su orgullo son la misma ilusión y el mismo orgullo de quienes trabajamos para que sus sueños se hagan realidad.