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La energía eléctrica que se genera de distintas fuentes se vuelca a la red para dar respuesta a la demanda que se va produciendo en distintos momentos en el tiempo. Así, se puede ajustar la generación para no crear situaciones de desabastecimiento y garantizar el suministro energético, basándose en predicciones que tienen en cuenta distintos factores, como la demanda en momentos similares en el pasado, la climatología, etc.
Existen modelos de generación que permiten que se modifique el volumen de energía que se produce: por ejemplo, se puede variar la producción de una central nuclear, de una térmica o hidroeléctrica. Sin embargo, las energías renovables no siempre lo permiten. Veamos el porqué.
El reto de la Transición Energética
La Transición Energética tiene como objetivo avanzar hacia un modelo donde la eficiencia, la independencia y la sostenibilidad den mayor protagonismo a fuentes de energía renovables sin emisiones.
Sin embargo, este tipo de energías no permiten regular su producción. Es decir, si tenemos un parque eólico y no queremos producir tanta energía, podemos detener algunos generadores. Pero si queremos producir más y no hay viento, no podremos. Sin embargo, ¿no sería más eficiente producir siempre el máximo de energía y poder almacenar el sobrante para momentos en los que la producción de renovables desciende?
Es por eso, que el almacenamiento de energía a gran escala está planteando desafíos en innovación y desarrollo. Para avanzar en la descarbonización y otorgar más presencia a las energías renovables en la generación, necesitamos poder integrar en la red los sobrantes que producen estas fuentes a través de sistemas de almacenamiento eficientes, versátiles, de gran capacidad y, a su vez, económicos.
Sea como fuere, en un ámbito doméstico, los sistemas de almacenamiento son más que competentes para facilitar el autoconsumo. Veamos a continuación diferentes tipos de almacenamiento.
Principales sistemas de almacenamiento de energía
Comencemos por los sistemas de almacenamiento a gran escala (aquellos de mayor capacidad que pueden llegar a almacenar GW).
- Estaciones de bombeo: utilizan la energía sobrante para elevar masas de agua. Cuando aumenta la demanda, esas masas de agua se dejan caer para producir energía hidroeléctrica. Se trata de un método eficiente y no contaminante.
- Aire comprimido: se almacena aire comprimido bajo tierra gracias al sobrante de energía. Cuando aumenta la demanda se libera y se usa su presión para generar energía.
- Almacenamiento térmico: consiste en el aprovechamiento del calor a través de materiales con propiedades para conservarlo. Si se necesita producir más energía se libera de manera controlada en un ciclo de vapor.
Seguidamente, toca hablar de sistemas de almacenamiento en redes y en activos de generación (su capacidad corresponde a MW).
- Volantes de inercia: a través de discos que giran, se conserva la energía cinética.
- Supercondensador: producen electricidad a través de cargas electrostáticas, así que pueden almacenar y liberar rápidamente gran cantidad de energía según se necesite.
- Baterías de hidrógeno: permite un uso constante de la energía a partir de hidrógeno verde (obtenido por el proceso de electrólisis), a través del almacenamiento en baterías.
- Baterías: cuentan con sustancias químicas que permiten generar energía de manera rápida. Son soportes versátiles y escalables, muy indicados para almacenar energía sobrante de renovables.
Impulso al almacenamiento de energía
Las administraciones, conscientes de la necesidad de impulsar el almacenamiento eficiente de energía, han puesto en marcha distintas iniciativas para avanzar en este ámbito. El Ministerio para la Transición Energéticas y el Reto Demográfico publicó en 2020 su Estrategia de Almacenamiento Energético, con el objetivo de pasar de los 8,3 GW disponibles en la actualidad a un valor de alrededor de 20 GW en 2030 y 30 GW en 2050 de potencia de almacenamiento total disponible en esos años, respondiendo a las necesidades estimadas para esas fechas. Para ello, se han activado medidas como ayudas para proyectos de almacenamiento innovadores.
Almacenamiento de energía solar
Por su naturaleza, la energía solar no está siempre disponible para generar electricidad. Por ello, es esencial tener un modo de almacenamiento eficiente que pueda garantizar el aprovechamiento del excedente de producción en aquellas horas que no tengamos Sol.
El ejemplo más claro con el que contamos en la actualidad es el del autoconsumo fotovoltaico, en el que el excedente no se vuelca a la red ni se desperdicia, sino que se almacena para ser utilizado cuando se necesite.
Según un estudio de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), las baterías de las instalaciones de autoconsumo en España almacenaron en 2022 hasta 1.382 MW hora de energía solar, una tendencia al alza gracias a la mejora en eficiencia y precio de las baterías.
Otra manera de aprovechar al máximo aquella energía sobrante es gracias a las baterías virtuales. Que te permiten acumular el equivalente en euros de los kWh vertidos a la red.
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