{{article.title}}
Presente, pasado y futuro de As Pontes
Era adolescente la primera vez que viajé desde Madrid a As Pontes. Me llevó allí la afición al piragüismo, para competir en una Copa de España que se celebró en el embalse de A Ribeira. Años más tarde, mientras estudiaba los últimos cursos de ingeniería de Minas, tenía que realizar una estancia en una empresa y me apañé para conseguir una beca en una mina que tuviese un club de piragüismo cerca. De esta manera As Pontes volvió a entrar en mi vida.
La primera vez que recorrí la mina me sentí apabullado por las dimensiones de cuanto veía, 2.400 hectáreas entre mina y escombrera, de tal forma que las primeras semanas me perdía continuamente entre la maraña de pistas, cintas y máquinas que conformaban la explotación. En aquel momento no conocía nada acerca del yacimiento ni su origen, una laguna hace 21 millones de años que se fue colmatando de material vegetal y detrítico, ni sabía nada acerca de los planes que se estaban preparando para cuando terminase la extracción de carbón.


A nivel profesional, di mis primeros pasos en las áreas de hidrogeología y geotecnia, pero con el paso del tiempo me fui involucrando en el proyecto llenado del hueco minero, cuyo objetivo final era la integración en el medio natural de los terrenos excavados, transformando el enorme hueco en un lago que ocupa más del doble que el lago de Sanabria. Todo el proceso de planificación y ejecución de los trabajos de cierre requirió casi 15 años, desde finales de los años 90 hasta 2012, cuando finalizó el llenado iniciado en 2008.
Mis hijos no han llegado a conocer la mina durante la fase de explotación y para ellos es un lago en el que pasamos muchas horas en verano y en el que a veces me ven con la piragua, pero les intento transmitir la importancia que tuvo la mina de As Pontes para el desarrollo económico y social durante los más de 60 años en los que se extrajo carbón de ella. Creo que he conseguido que comprendan que aunque ahora hay formas más sostenibles de producir electricidad, el carbón fue el combustible de la revolución tecnológica que permitió los avances que disfrutamos ahora.
Siglos o milenios
Una de las cosas que me parecen más curiosas respecto al trabajo desarrollado en la mina es que una gran parte de los que participaron no eran conscientes de lo especiales que eran por manejar máquinas que solo se encontraban aquí (rotopalas y apiladoras de más de 40 m de altura), ni que el resultado de su esfuerzo es una obra que perdurará durante siglos o milenios. Respecto a esto último, creo que es algo de lo que podemos sentirnos orgullosos, ya que se consiguió compensar en gran parte el impacto ambiental producido, generando riqueza para la sociedad durante el camino.
Todo el proceso de restauración de los terrenos afectados por la explotación minera empezó en los años 80. En aquél entonces la dirección de la mina consideró que era necesario integrar la restauración de la escombrera exterior, donde se depositaba el estéril extraído de la mina, en el proceso productivo. Lo que ahora mismo nos parece evidente no lo era en aquellos años. Está claro: cuanto antes empiezan las cosas y más se planifican, mejor suelen salir. Así pues, se inició una revegetación metódica, integrándola a la extracción del carbón, con el objetivo de crear unas condiciones que posibilitasen el crecimiento de la vegetación y se favoreciese la llegada de animales (ciervos, zorros, lobos, jabalíes, corzos, nutrias, liebres, conejos, cigüeñas, etc.), sin que fuera necesario llevar a cabo una repoblación.
“Se inició una revegetación metódica de la escombrera exterior que favoreciese la llegada de animales (ciervos, zorros, lobos, jabalíes, corzos, nutrias, liebres, conejos, cigüeñas, etc.), sin que fuera necesario llevar a cabo una repoblación”.


239 especies de vertebrados
La escombrera exterior es actualmente una enorme montaña, de la altura de un edificio de 45 plantas, a unos 200 metros de distancia de la orilla del lago. La revegetación de los terrenos de la escombrera finalizó en 2006, dando lugar a 1.200 hectáreas de praderas, zonas de matorral, zonas boscosas y pequeñas charcas; hábitats variados que, junto con el lago, han atraído de forma natural a más de 239 especies de vertebrados.
Volviendo al lago, el acceso público a la playa se inauguró en 2012. Fue un día bastante raro para mí, ya que por una parte me alegraba de que por fin la gente pudiese disfrutar de nuestro trabajo, pero por otro dejábamos de poder controlar lo que sucediese y finalizaba una etapa muy importante en mi vida. Además de la playa, en el lago también se construyeron zonas someras, islas y tres cascadas. Las zonas someras y las islas se ejecutaron para favorecer el desove de los peces y la colonización por parte de las plantas acuáticas, mientras que las cascadas conectan el lago con tres cuencas que fueron desviadas en su momento para posibilitar la explotación minera.
Todas las fases del proyecto de llenado fueron muy delicadas: la planificación, la obtención de los permisos, la ejecución de los trabajos preparatorios y, por supuesto, la derivación del río Eume, que es uno de los ríos más importantes y de mayor valor natural de Galicia. En cuanto a la gestión de las aguas, no se trató únicamente de abrir las compuertas y dejar que las aguas circulasen, si no que fue preciso un control exhaustivo de todos los cauces derivados hacia el hueco minero, especialmente los días de tormenta en los que se producían desbordamientos. Así pues, pasamos muchas horas recorriendo los canales bajo la lluvia, y aunque en aquel momento no me hacía ninguna gracia acabar empapado, ahora lo recuerdo con mucho cariño.
Durante todo el proyecto de rehabilitación se tomaron decisiones de alto coste económico que no se sabía si serían efectivas para conseguir el objetivo ambiental planteado, pero se consideró que el riesgo merecía la pena y el resultado es que hay muchos lagos mineros y escombreras en el mundo, pero muy pocos tienen la calidad química de las aguas del lago de As Pontes y la biodiversidad de la escombrera exterior. Arriesgarse a equivocarse, quizás, haya sido el secreto del éxito. Mis hijos disfrutan del lago, como lo harán muchísimas generaciones. Dentro de un tiempo, estoy seguro, As Pontes será más conocida por su lago que por la central térmica y por la mina.
“Dentro de un tiempo, As Pontes será más conocida por su lago que por la central térmica y por la mina”.
José Antonio Menéndez Lolo
Relaciones Institucionales de Endesa del sector Noroeste.
Contenido relacionado
El legado que seremos
El legado que seremos es un reflejo de la transición energética justa en España a través de sus protagonistas.
Se trata de un proyecto patrocinado por Endesa creado e impulsado por el fotógrafo documental Álvaro Ybarra Zavala. Álvaro está siendo testigo de nuestro proceso de cambio, contando a través de sus fotografías las historias de las personas verdaderas protagonistas de este cambio.
Manuel Vila Vidal
Manuel Vila Vidal (1928-2013) no podía ser otra cosa que fotógrafo. Porque era hijo del primer retratista que tuvo As Pontes y porque, a pesar de lo caro que resultaba el material fotográfico en los años 30 del siglo pasado, siendo niño le permitieron trastear con el equipo con que su padre se ganaba la vida. Así fue como se acostumbró a ver el mundo desde el otro lado de una cámara.
No obstante, Manuel Vila también tuvo un empleo fijo, de los que dan seguridad a la familia: primero formó parte de la plantilla de la Empresa Nacional Calvo Sotelo, desde 1943, para ser transferido después a Endesa, en cuyo laboratorio trabajó hasta que se jubiló en 1988. Durante su permanencia en una y otra compañía, hizo lo que mejor se le daba: mirar a sus compañeros de trabajo través de un visor. Esa pasión por la fotografía lo convirtió en la memoria gráfica de las labores minero-eléctricas que se hacían en As Pontes, hasta acumular 15.000 imágenes. Franco o Juan Carlos, un minero o un operador de central, un peón o un ingeniero industrial: en las fotos de Vila están todos y todo. Para la historia.