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Y de nuevo el sol
Con al agua, parece el principio y el final de todas las cosas. No en vano, la radiación solar se encarga de calentarla, de evaporarla y conformar ese entramado tan complejo como fascinante que es el clima de nuestro planeta. Que se mantengan en equilibrio determinará el futuro de la humanidad. Los esfuerzos por contener el calentamiento global se han sustanciado en los acuerdos internacionales para catalizar la transición energética, pasar lo antes posible de las fuentes de energía contaminantes a las verdes, pero hacerlo con respeto. Y en este escenario aún ha ganado más relevancia el sol, encargado de impulsar en las zonas templadas de la Tierra a las antiguas civilizaciones. De nuevo vuelve a ser un factor transformador, un vector de descarbonización de la economía, a través de la energía fotovoltaica, la más escalable de todas las renovables, capaz de alimentar desde una pequeña vivienda unifamiliar hasta una ciudad.
«Si me pides una característica que hoy defina la fotovoltaica, diría que es la sostenibilidad. Todos tenemos en mente que necesitamos frenar el cambio climático y la energía solar, sin duda, posibilita implementar, a las empresas que los tengan, planes de descarbonización», comenta un experto como Jaume Macià, de B2B en Endesa X, que también destaca otra ventaja de esta renovable: «la independencia con respecto a la red. Puedes aumentar la potencia de tu instalación sin necesidad de mejoras en la red y eso es algo de gran ayuda para proyectos que se ubican en entornos rurales o en zonas despobladas donde no hay infraestructuras suficientes para el aumento de potencia. Esto nos ocurre, por ejemplo, con algunas comunidades de regantes que antes dependían en parte de grupos electrógenos que consumían gasoil».
Además, para las instalaciones enfocadas al autoconsumo (de empresas o particulares) la fotovoltaica dispone de una capacidad difícilmente igualable por otra tecnología: la adaptabilidad. «Para el cliente es un traje a medida. Lo que buscamos es minimizar el excedente garantizando el máximo autoconsumo. Con esto se garantiza el mayor retorno económico», explica Macià. «Para hogares, nuestra instalación mínima es de 2 KW de potencia, es decir, 5 placas solares, pero a partir de ahí nos amoldamos a las necesidades de la vivienda, superficie útil de cubierta y tipología de tejado», destaca Yeray Aragonès, de B2C en Endesa X. En términos de rentabilidad, la inversión está amortizada «entre 5 o 7 años», dependiendo del precio de la energía en cada momento y las instalaciones tienen una vida útil de 25.
¿Norte o sur?
«En términos generales no hay una diferencia significativa. Es cierto que de Madrid hacia el sur, incluida Canarias, existe más recurso, pero en el norte tenemos iniciativas que funcionan muy bien. Depende también de las características propias de ese proyecto, porque evidentemente somos más rentables para iniciativas cuyo consumo principal está en las horas centrales del día y luego necesitamos que sus instalaciones tengan una buena orientación, que dispongan del sitio idóneo para colocar las placas, etc.», incide Jaume Macià.
A las grandes instalaciones de energía solar, las que están solo enfocadas a producir energía para volcarla al sistema energético nacional, tampoco es la latitud un freno. «Si hablamos en relación a la península ibérica, no es el principal escollo para una planta fotovoltaica, porque, con alguna excepción muy particular hay recurso», apunta Francisco Javier Haro Alarcón, responsable de Explotación de Plantas Solares en Enel Green Power España. «Lo que ocurre -continúa- es que en el norte nos es más complicado encontrar extensiones de terreno llano y sin masa forestal, que es lo idóneo para la producción de energía solar». Una vez encontrada una localización adecuada, las grandes plantas fotovoltaicas pueden ayudar a mejorar la biodiversidad en los lugares donde se implantan al crear zonas de reserva y se convierten en dinamizadoras de la economía en núcleos rurales al crear entornos industriales donde actualmente no existen.
El nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece como objetivo que España tenga instalados en 2030, más de 80 GW de potencia solar fotovoltaica, de los cuales 19 GW sería de autoconsumo, por los menos de 50 que figuraban en el plan de 2021. Esos 80 GW, si llegan a concretarse, colocarán a la solar como la primera fuente de energía renovable por delante de la eólica. «Es evidente que hay terreno para crecer, pero este crecimiento deberá ir acompañado de inversiones para aumentar y mejorar la capacidad de transporte de la red eléctrica en algunas zonas de la geografía española», destaca Francisco Haro.
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