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Cervezas Ámbar, la sostenibilidad con placas solares
Desde la calle Ramón de Berenguer IV, en el barrio de San José de Zaragoza, hasta La Cartuja, ya a las afueras de la ciudad, hay poco más de cuatro kilómetros. Pero en ese reducido trayecto se condensan más de 100 años de historia de la fabricación de una de las marcas más reconocidas en España: La Zaragozana, conocida comercialmente como Cervezas Ámbar. Ese recorrido, que se cubre en diez minutos en coche y que cuenta con el Ebro como telón de fondo, une la antigua factoría de la compañía, transformada también en un museo dedicado a la famosa bebida, con la moderna, de 86.000 metros cuadrados y equipada con los últimos avances tecnológicos.
«Cervezas Ámbar siempre ha sido una empresa con vocación innovadora», explica el responsable de Comunicación, Relaciones Institucionales y Sostenibilidad, Enrique Torguet, mientras disecciona con precisión cada centímetro del recinto donde se empezó a combinar de forma artesanal malta de cebada, lúpulo, levadura y agua en el año 1.900.
«Fuimos los primeros en fichar a un maestro cervecero, por ejemplo. Los fundadores de la compañía viajaron a Alemania para contratar a Charles Schlaffer, que era el Messi de la época y se vino a vivir con su familia a esta fábrica», apunta poco antes de enumerar una extensa colección de hitos que han situado a la firma a la vanguardia del sector.
Esa lista de logros se detiene de momento en el lanzamiento a finales del 2022 de la Ámbar Triple Zero Tostada, la única del mercado con cero alcohol, cero azúcares y cero emisiones de C02. En este último cero ha sido trascendente la colaboración con Endesa X, la filial de servicios energéticos de Endesa, para la alimentación de su moderna factoría de La Cartuja a través de 4.000 placas solares ubicadas en los tejados de las naves de almacenaje, envasado y filtrado del complejo industrial. «La planta fotovoltaica cubrirá el 25% de nuestras necesidades con energía limpia», recalca Torguet, quien agrega: «Su conexión se irá realizando por fases hasta que esté a pleno rendimiento en marzo de 2023 cuando alcanzará su capacidad máxima de 3.057 MWh/año, lo que permitirá eliminar la emisión de 870 toneladas de CO2 cada año. Además, hemos creado los bosques Ámbar en La Serreta de Aínsa y en el término de Peñaflor en Zaragoza para trata de compensar las emisiones que aún no somos capaces de evitar».
Una señal acústica advierte de que parte del ejército de robots que inunda las naves de envasado y almacenaje se ha puesto en marcha. Ejecutan las órdenes de forma milimétrica, sin desviarse ni un centímetro de la ruta que les han programado. Su apariencia metálica y su forma de moverse repetitiva contrasta con la calidez de las máquinas ancestrales de la casa Teisset-Rose-Blault que lucen en la fábrica de la calle Ramón de Berenguer IV. Allí, cada arranque parece único y los datos no se medían en bytes, sino que se procesaban a mano, con tiza sobre una pizarra.
«Aunque – detalla Enrique Torguet- las nuevas instalaciones de La Cartuja tienen todas las ventajas de la tecnología de última generación, el proceso de fabricación artesanal que aplicamos en esencia es el mismo que se hacía en el barrio de San José». Hace más de cien años bajo las recetas de Charles Schlaffer, ahora con la sabiduría de un maestro como Antonio Fumanal.
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