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Bajo el sol de mi hogar
Desde las plantas fotovoltaicas de Las Corchas y Los Naranjos, en la localidad sevillana de Carmona, cuando no hay calima, veo mi casa, en San José de La Rinconada. En línea recta, tan solo 7 kilómetros la separan de mi trabajo. No me importaría nada recorrerlos en bicicleta, pero el trayecto es complicado, así que lo hago en coche, aunque el recorrido se alargue a 20 kilómetros.
¿Pero qué son 20 kilómetros, cuando, en las últimas dos décadas apenas he estado en casa? He visitado toda la Península y todas las islas españolas. Es difícil encontrar un rincón de nuestro país al que no haya viajado por trabajo para llevar a cabo proyectos de montaje y distribución de energía.
La que es mi mujer que entonces era mi novia, venía a visitarme cuando tenía vacaciones, mientras que yo viajaba cada vez que podía a casa. Cuando nos casamos y nacieron las niñas cada vez echaba más de menos a mi familia, pero decidí seguir haciendo currículo para poder cumplir mi sueño de logar un puesto de responsabilidad cerca de casa.
Ahora ese sueño es realidad, vivo cerca de casa y disfruto de mi trabajo y la familia, aunque cuando apago la televisión a mis hijas porque llevan mucho tiempo viéndola se les escapa eso de “para que has vuelto”, pero nos acabamos riendo juntos. Somos felices.
Aprendiendo de ovejas, abejas y agrivoltaica
El sueño se cumplió hace año y medio, cuando empecé a supervisar Las Corchas y Los Naranjos. Me uní al equipo cuando la planta aún estaba en construcción. No es para menos el cariño que le he cogido, ya que acompañé su nacimiento, la puesta en marcha de los sistemas… Son unas instalaciones fenomenales que se han hecho con mucho mimo y desde las que pasamos a llevar energía a unos 50.000 hogares. Es decir, a unas 120.000 personas.
Pero nuestras plantas de Carmona son mucho más que paneles solares. Cuando me dijeron que iba a tener ovejas en la planta no me sorprendió, me parecía muy interesante esa ayuda mutua que los animales prestan a la tecnología y que la tecnología disfruta. Vamos, que las ovejas desbrozan el terreno y los paneles les da sombra y se encuentran en una zona protegida, todos ganan.
Pero cuando me hablaron de abejas sí me quedé un poco sorprendido. ¿Qué pintaban abejas en una planta solar? Pero entonces llego Juan Ignacio con su hijo, desde Lora del Río, un pueblo de la zona, con sus colmenas, su pasión por estos animales, y su entusiasmo por tener a sus abejas en una planta solar. Es un mundo del que estoy aprendiendo mucho, pero no es el único.
¡Me estoy haciendo un “master” en cultivos agrivoltaicos!. “¿Y eso qué es?”, me preguntaban en mi casa. Cuando me lo explicaron a mi también me quedé gratamente sorprendido: cultivar plantas aromáticas para que las abejas polinicen y hagan mejor su trabajo.
La verdad es que Carmona es un gran restaurante para las abejas de nuestro apiario solar. Disfrutan de una carta de flores muy variada, desde plantas autóctonas, como la argamula o el eucalipto, hasta cultivos vecinos de almendros, naranjos, girasoles, además de nuestras propias hierbas aromáticas.
“Carmona es un gran restaurante para las abejas de nuestro apiario solar. Disfrutan de una carta de flores muy variada, desde plantas autóctonas, como la argamula o el eucalipto, hasta cultivos vecinos de almendros, naranjos, girasoles, además de nuestras propias hierbas aromáticas”.
Así, la llamada «miel solar», sin acaricidas, sin herbicidas, o sin cualquier otro producto químico, es muy surtida: miel mil flores o monoflores, como la miel de eucalipto, de naranjo, de tomillo…
Son proyectos que llaman muchísimo la atención de los visitantes que recibimos, pero también en mi casa. Mis chicas me piden que les mande fotos y yo lo hago: cuando nace una oveja, cuando nos ponemos el mono de apicultor porque tenemos que acercarnos a esa zona, cuando florecen nuestras plantas.
“Mis chicas me piden que les mande fotos y yo lo hago: cuando nace una oveja, cuando nos ponemos el mono de apicultor porque tenemos que acercarnos a esa zona, cuando florecen nuestras plantas.”.
¡Y todo eso cerquita de mi hogar! Ahora mis niñas están deseando que su colegio se apunte a las visitas para que puedan chulearse de su papi, que ahora, después de tantos años, ya puede verlas despertar cada mañana.
Ha sido impresionante la estabilidad que me ha dado este trabajo, además del desarrollo profesional que me ha proporcionado trabajar con las renovables.
Ahora, lo que me falta es poner paneles solares en mi casa. Pero tampoco es algo sencillo en mi caso, porque necesitaría una gran inversión: la cuestión de la orientación de la casa es primordial, aparte de los techos, que no están preparados para soportar peso. En fin, ¡en casa de herrero, cuchillo de palo!
Daniel Millán Padilla
Supervisor de las plantas fotovoltaicas de Las Corchas y Los Naranjos.
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