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80 años del extraordinario desafío de electrificar un país
Desde una pequeña colina próxima al margen derecho del Sil se puede contemplar Ponferrada en toda su extensión. Gran parte de lo que hoy es, se explica por el edificio que se empezó a construir hace casi 80 años en aquella loma, en los terrenos de una ermita vinculada al Camino de Santiago.
Las obras arrancaron poco después de que en la ciudad se constituyese la Empresa Nacional De Electricidad, S. A. (ENDESA) en 1944, marcando el inicio de la electrificación de España. Eran los primeros pasos en la historia de una compañía que afrontaba el extraordinario desafío de electrificar un país, de ser un catalizador para el desarrollo industrial de una nación sumergida en la autarquía y en el aislamiento internacional.
La central térmica de carbón de Compostilla I aprovechaba la antracita de las cuencas mineras del Bierzo y Laciana para la generación de energía en sus dos grupos de 50 MW de potencia y se abastecía del río para refrigerar la instalación. Ese binomio de abundancia de combustible fósil y agua convirtieron rápidamente a la zona en un punto neurálgico para la consolidación de un sistema energético nacional.
La comarca se conectó por red con Castilla, a través de Valladolid, y con Asturias y, de este modo, la electricidad que brotaba de Ponferrada se fue distribuyendo por diferentes rincones de España. Este sistema sentó las bases para una futura transición energética y consolidó un enfoque hacia la sostenibilidad en el desarrollo nacional.
Empezaron unas décadas frenéticas en las que Ponferrada, con la construcción y entrada en operación de Compostilla II, se convirtió en la ciudad del dólar. Y Endesa ganó cuerpo con nuevos activos estratégicos como el complejo minero-energético de As Pontes, que transformó esta pequeña localidad agrícola y ganadera de Galicia en uno de los mayores centros de producción de energía del país, que pronto se asomaría al mundo bajo la marca de una democracia joven y vigorosa que aspiraba a convertirse también en una de las locomotoras de Europa. Así, Endesa se consolidó como un líder energético que pronto apostaría por energías renovables, reforzando su compromiso con la sostenibilidad y la innovación.
Hace un mes en un abarrotado auditorio de La Térmica Cultural, el recinto que la Fundación Cuidad de la Energía (CIUDEN) esculpió sobre los muros de la antigua Compostilla I para albergar eventos socio-culturales, el programa de RNE No es un día cualquiera, conducido por la reconocida periodista Pepa Fernández repasó algunos de los hitos de esos trepidantes 80 años que emergieron bajo el techo de ese ya icónico lugar.
Durante su intervención, el CEO de Endesa, José Bogas, recordó que el compromiso de la compañía con el desarrollo económico de España permanece, desde su nacimiento hasta hoy, inquebrantable; y que, ahora, como parte del grupo Enel, el desafío de electrificar continúa vivo para poder lograr la plena descarbonización de nuestra sociedad y frenar así los efectos del cambio climático.
«Endesa ha ayudado a desarrollar, sobre la base del carbón, que hemos abandonado en la Península Ibérica, amplias zonas rurales de España. Hoy lo seguimos haciendo con renovables y con las industrias que éstas atraen», explicó el máximo responsable de la empresa, quien agregó: «También hemos sido un acto clave en la construcción de la red de distribución eléctrica, donde somos el primer operador de España para facilitar el suministro competitivo y de calidad. Y, en tercer lugar, servimos energía a más de 12 millones de clientes manteniéndonos como una compañía líder tras 25 años de liberalización del mercado español».
Porque, volviendo de nuevo a los años de expansión de Endesa, después de diferentes operaciones, con adquisiciones de otras empresas que operaban en España y en el extranjero, y movimientos corporativos que también modificaron su capital social hasta su integración definitiva en Enel, la empresa se convirtió en la referencia del sistema energético nacional.
Con más de 20 GW de potencia instalada, que incluyen todo tipo de tecnologías desde las renovables hasta la térmica convencional que aporta estabilidad y garantía de suministro al sistema; con más de 300.000 kilómetros de redes de distribución y más de 100.000 GWh de energía distribuida en un año; y una acción social y de apoyo a la cultura y el deporte difícil de igualar, Endesa sigue siendo, 80 años después, una compañía única en España.
Gracias a sus más de 9.000 trabajadores que han sabido amoldarse a los nuevos tiempos y colocarse a la vanguardia de la transición energética; que han diseñado proyectos renovables responsables con el entorno, que garantizan la compatibilidad de la generación con los usos tradicionales de los terrenos donde se asientan, como la agricultura o la ganadería; que buscan acompañar, con la ayuda de las administraciones públicas, a través de planes socio-económicos, a las zonas donde se han cerrado las centrales térmicas de carbón, que eran auténticas señas de identidad; que, en definitiva, son la primera línea de batalla en la descarbonización de nuestra economía y en el reto de dejar como legado un mundo mejor, más sostenible, a las siguientes generaciones.