
El futuro de la Ciencia está sentado en el pupitre
Estamos en la era de la digitalización, una revolución tecnológica que abre un mundo nuevo y muchas posibilidades laborales para el futuro. Sin embargo, siguen faltando vocaciones científicas y técnicas para cubrir todo lo que se viene. Es fundamental impulsarlas entre los más jóvenes y, sobre todo, entre ellas. ¿O es que la ingeniería es solo cosa de chicos?
Por Ana Jáuregui
Estamos viviendo un momento único, una auténtica revolución tecnológica en la que la digitalización está creando, día a día, un mundo completamente nuevo. El debate en redes, en medios de comunicación y en la barra del bar, se centra en si la irrupción de la Inteligencia Artificial va a exterminar los empleos que hoy conocemos dejando en el paro a la mayor parte de los ciudadanos diezmando la creatividad y la credulidad de los habitantes del planeta.
Todo apunta a que se generarán nuevos perfiles laborales con nuevas cualificaciones profesionales, donde la ingeniería tiene un papel fundamental siendo la piedra angular de este proceso de transformación. Pero el problema real de este futuro, que ya está aquí, es que, además de sequía hídrica, tenemos sequía de vocaciones científicas.
No hay ingenieros e ingenieras. Un negación rotunda y tajante pero cruel y real. Una profesión que ronda el 0% de desempleo se adolece de falta de talento y empuje juvenil justo cuando estamos inmersos en los albores de esta cuarta revolución industrial.
La solución, como siempre, es compleja a la par que sencilla: no hay más que explicarle cuál es la función y competencias de un ingeniero a los jóvenes de nuestro país. En el Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de Sevilla, COGITISE, llevamos ya siete cursos acercando la tecnología a las aulas con el objetivo de que los estudiantes tenga la ciencia al alcance de la mano.
Durante un trimestre, los jóvenes tienen a su disposición una impresora 3D para que puedan fabricar con ella todo lo que su imaginación les permita. Sin coste alguno para el centro, COGITISE cede este material con una única condición: queremos conocer sus resultados. Cuando finaliza el curso, reunimos a todos los alumnos y profesores que han trabajado con estas impresoras y ponemos en común experiencias y creaciones. Los resultados son asombrosos: creaciones originales, prácticas, divertidas, jóvenes ilusionados y motivados, profesores satisfechos y orgullosos de sus alumnos, … y un Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales ávido por hacer llegar esta experiencia a más centros de la provincia de Sevilla.
En estos siete años, más de tres mil chicos de una treintena de centros han participado en esta experiencia que sigue, y seguirá, creciendo. Chicos y, muy importante, chicas, tienen la oportunidad de experimentar con la ciencia, con el cálculo y el diseño, ver una aplicación práctica a esas matemáticas que muchos dicen que son aburridas y, a su vez, aplicarla a otras materias de tipo artístico. Y es que hemos encontrado a alumnos que han creado desde la manilla de un frigorífico a un trofeo o un ajedrez completo a gran escala.
Además, el programa se completa con distintas conferencias didácticas en los centros sobre la impresión 3D y sobre la labor de los ingenieros técnicos industriales porque, es cierto que, cuándo le preguntas a un joven “¿qué hace un ingeniero?” la inmensa mayoría se queda con los ojos en blanco (y si no, haced la prueba). Esta situación debemos revertirla de inmediato si queremos que esta revolución industrial que estamos viviendo esté liderada por los profesionales de nuestra tierra.
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