
Verlo siempre en Español
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Cuesta imaginar que hace más de 2.000 años ya estudiábamos y dábamos vueltas al funcionamiento de la electricidad. De hecho, el término “electricidad” viene de la palabra griega elektros o “ámbar”, una resina que adquiere carga eléctrica al ser frotada con materiales como la lana. En la Grecia clásica este fenómeno causaba verdadero asombro.
Cuando la Ilustración encontró una nueva forma de entender el mundo, el método científico puso sus ojos en la electricidad y el magnetismo. Unos pocos científicos con grandes ideas dieron luz a la oscuridad.
Pero la electricidad no solo significa “luz”. También significa movimiento. La electricidad nos impulsó dando paso a las grandes industrias y, sobre todo, a la conexión del mundo: la era de las comunicaciones.
"Pero la electricidad no sólo significa “luz”, también significa movimiento"
El inglés Michael Faraday, un joven sin ningún estudio académico pero con gran talento experimental, serviría de puente entre la teoría y la práctica con sus investigaciones sobre el generador eléctrico, una máquina que produce electricidad a partir del movimiento.
También se interesó por su contrapartida, el motor eléctrico, un dispositivo que produce movimiento a partir de la electricidad. Aunque parezca increíble, la base de nuestra sociedad industrial y de la revolución tecnológica proviene de un concepto tan sencillo como este:
Cada día apretamos interruptores en casa decenas de veces y… ¡tenemos luz! Encendemos la lavadora, la cafetera o la televisión, solo con un clic, un sencillo interruptor, inmediato y sin esfuerzo. Parece magia, pero no lo es. Detrás hay más de dos siglos de inventos, desarrollos y grandes mentes que lo han hecho posible.
Faraday descubrió la inducción al observar que un imán girando en el interior de un cable producía electricidad. Por eso este fenómeno es conocido como la ley de Faraday.
Antes de esto ya era conocido el fenómeno inverso: que el movimiento de corriente en un circuito producía magnetismo.
¿Por qué ocurren estas cosas? Porque la naturaleza funciona así. Son las reglas del Universo. Busquemos algo que se mueva, por ejemplo el agua de un río. Es un movimiento perpetuo, el agua del río nunca para. Hagamos que ese agua haga girar una rueda. A esa rueda le conectamos un imán y lo ponemos en el interior de un circuito. El imán gira por el movimiento de la rueda impulsada por el río e induce una corriente en el circuito.
Ahora tomemos esa electricidad y trasladémosla con cables a una ciudad. Hagamos que la electricidad pase por un circuito con un imán dentro. El imán sentirá la corriente y comenzará a girar, el proceso inverso. Precisamente eso es el motor eléctrico.
Hemos trasladado la energía del movimiento del río, la hemos diferido y la hemos transformado en movimiento de una batidora, de una lavadora, de un coche. Movimiento a movimiento, con la electricidad de intermediaria. Mira a tu alrededor. ¿Cuánto de lo que ves está moviéndose de esta manera? Es simplemente maravilloso, asombroso. Más aún si tú mismo puedes ser testigo directo de esta “magia” revolucionaria.
Hoy vamos a crear el motor más sencillo que se puede crear, es lo que se llama motor homopolar. Lo puedes hacer en casa con elementos simples y baratos.
"Un motor homopolar funciona con los mismos principios y de forma sencilla, pero lo podrás hacer en casa con simples y baratos elementos"
El proceso es muy sencillo, lo mostramos en este vídeo, que también puedes ver en las Stories del perfil de Instagram Endesa.
Lo importante es que recuerdes que el movimiento de electrones en un campo magnético produce movimiento circular.
Necesitamos movimiento de electrones, como el que hay en el interior de una pila. Si cogemos una pila y cerramos el circuito con un cable tendremos un tránsito de electrones.
Ahora necesitamos que esos electrones se muevan en un campo magnético… como el que producen los imanes. Coge un imán pequeño, de botón, de neodimio, y tendrás tu fuente de campo magnético.
Si colocamos la pila con el cable cerrando el circuito encima del imán tendremos lo que buscábamos: un flujo de electrones en el seno de un campo magnético. Tenemos nuestro movimiento circular, nuestro motor particular.
Hace 2.000 años unos sabios griegos se preguntaban por el origen de esa misteriosa fuerza. Hoy la usamos para prácticamente todo y se nos hace imposible imaginar un mundo sin ella. Una fuerza silenciosa, invisible que impulsa el mundo, lo llamamos electricidad.
Javier Santaolalla es físico de partículas e ingeniero de telecomunicaciones. Trabajó en el CERN y en el CNES. En la actualidad, centra su labor en la divulgación científica a través de la publicación de libros, su actividad en redes sociales, su colaboración en medios de comunicación y su participación en espectáculos.
Javier Santaolalla ha participado en nuestra iniciativa No Es Magia, Es Energía y nos ayuda a entender las claves que nos permiten poner en práctica pequeños experimentos caseros aplicando los principios científicos que rigen la energía.
No te pierdas el resto de nuestros experimentos, disfruta de ellos en las Stories de nuestro perfil de Instagram.
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