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Cómo llega el gas a nuestras casas
Detrás de un gesto tan natural como abrir el grifo de agua caliente de nuestra casa está el gas, uno de los combustibles más usados y con más ventajas. Pero hasta que llegue a nuestro hogar se produce un “largo viaje” que comienza desde países como Argelia o incluso mucho más lejanos, un proceso de transformación y de transporte y una infraestructura muy bien desarrollada.
El gas es sin duda una de las fuentes de energía más importantes para hogares y empresas en nuestro país. Dentro de nuestras casas muchos de los sistemas de calefacción, cocina y agua caliente funcionan gracias al gas, principalmente el gas natural.
Esto es así por las grandes ventajas que ofrece: es el combustible fósil que menos contamina, mucho menos que el carbón y de los derivados del petróleo como el gasóleo, es también una de las fuentes de energía más económicas y también es fácil de transportar, lo que permite a España importar prácticamente la totalidad del gas que necesitamos y abastecer no solo a hogares, también a muchos comercios e incluso industria.
Extracción del gas
Al igual que el petróleo, el origen de las bolsas de gas proviene de hace millones de años, de la descomposición de diferentes componentes, fundamentalmente de lodo y otra materia orgánica. Este hecho unido al calor de la corteza terrestre y las fuerzas de presión de la tierra formaron bolsas de gas.
Por ello, el primer paso está en explorar estos yacimientos de gas, para no sólo identificarlos, también cuantificar el volumen del yacimiento, antes de comenzar su explotación.
En este punto debemos tener en cuenta que existen yacimientos tanto en tierra firme (onshore) como también bajo el mar (offshore), que se explotan como en el caso del petróleo por medio de plataformas. En ambos casos se suele encontrar en profundidades de entre 1,5 y 4 km.
También una gran diferencia estará en cómo se encuentre este gas, existiendo dos formas: la libre, cuando se extrae independientemente y la compuesta, cuando se realiza mezclada con otros hidrocarburos (como el petróleo) u otros gases. En este caso, se extraen todos los combustibles y componentes que sean de utilidad, ya sea como fuente de energía o como materia prima para otros procesos industriales.
De dónde viene el gas a España
Prácticamente todo el gas natural en España procede de otros países. La producción de gas propia, en su mayoría procedente del yacimiento de Viura en La Rioja, supone solamente un 0,10% del aprovisionamiento total, lo que convierte a España en uno de los mayores importadores de Europa
Otra importante peculiaridad está en que, a diferencia de muchos de los países de Europa, cuyo gas proviene fundamentalmente de Rusia, nuestro principal país aprovisionador es Argelia. España se beneficia de los amplios yacimientos argelinos y de su cercanía, lo que abarata el transporte a la vez que garantiza un suministro importante y continuado con dos interconexiones directas con el Norte de África, por Tarifa y Almería. Por todo ello, aunque se ha reducido ligeramente su importancia en los últimos años, el gas argelino ronda el 50% del total que importa España.
Para no depender solo de una única fuente, también se importa de otra decena de países. Así a Argelia le sigue, aunque a gran distancia, países como Nigeria, Noruega, Perú y Qatar con aproximadamente un 10% cada uno, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), siendo mucho menores las importaciones de países como Francia, Estados Unidos, Trinidad y Tobago o Angola.
Cómo se transporta el gas a España
El gas llega a España de dos formas, o a través de gasoductos o de forma licuada a través de enormes barcos.
La principal de las dos son los gasoductos, enormes tuberías que transportan el gas a gran escala y alta presión para facilitar este proceso, generalmente 72 u 80 bar en su trayecto por tierra. Estas enormes tuberías de acero que atraviesan tierra y mar están revestidas de una lámina de polietileno que evita el contacto directo con el terreno y por tanto, lo protege de la corrosión.
En los tramos submarinos, como la conexión internacional que trae el gas argelino como ocurre con la que tiene su entrada por Almería o la que conecta la península desde Denia a las islas Baleares la presión es incluso mayor, de 220 bar, para facilitar el transporte en un entorno en la que la propia presión del mar dificulta su movimiento.
La otra opción es el transporte en barcos en estado líquido. En este caso se transporta el denominado Gas Natural Licuado (GNL) a través grandes buques denominados metaneros o gaseros que en su cubierta llevan unas estructuras en forma de medias esferas que sirven de espacio de almacenaje para el gas.
Estos barcos llegan a diferentes puertos (en Canarias es la única vía de entrada de gas) inyectando nuevas cantidades de gas natural al suministro procedente de los gasoductos del norte de África.
En ambos casos el gas es tratado previamente para facilitar su transporte y su posterior uso en empresas y hogares. Así, por ejemplo, para su transporte en líquido, se eliminan los componentes que puedan interferir en su enfriamiento y si se transporta por gasoducto aquellos elementos corrosivos que pueden deteriorar las tuberías.
Del gasoducto y la planta de regasificación a casa
El consumo generalizado de gas natural ha sido posible por la red de infraestructuras de Enagás, el principal transportista de gas natural y el Gestor Técnico del Sistema Gasista en España desde hace 50 años.
Además de las seis conexiones internacionales que permiten la importación y exportación de este recurso y la conexión existente entre la Península y Baleares, esta empresa gestiona siete plantas de regasificación de gas natural licuado, cuatro almacenamientos subterráneos, 19 estaciones de comprensión, cientos de estaciones de regulación y en total 11.000 km de gasoductos.
Una vez que el gas llega a España hay que superar varios retos. El primero de ellos es mantener la presión en los gasoductos para favorecer su transporte. A medida que hay más distancia esta presión va disminuyendo por lo que es necesario regular la misma para llegar a todos los puntos que se requiera.
Esto se realiza gracias a las estaciones de compresión de gas que garantizan que el gas natural mantenga una presión suficiente en su recorrido por los tramos de gasoductos de larga distancia.
También es necesario incorporar el gas licuado proveniente de los barcos. Esta es la labor de las plantas de regasificación. A través de estas el gas natural licuado es transportado hacia los sistemas de vaporización, donde se eleva la temperatura del gas licuado utilizando el agua de mar, convirtiendo así el líquido en gas.
La utilización de agua de mar conlleva dos grandes ventajas. La primera es que es un recurso infinito para estas plantas que se sitúan junto a los puertos de descarga del gas licuado. La segunda es la propia temperatura del agua marina, que permite elevar la del gas de forma paulatina y controlada.
Por último, están las estaciones de regulación y/o medida (416 en la actualidad), que realizan dos funciones principales. La primera, reducir la presión de los grandes gasoductos para que llegue de forma adecuada al consumidor final y la segunda, medir el gas entregado a la compañía distribuidora.
Así, tras un largo viaje que ha comenzado en el desierto de Argelia o en las selvas de Nigeria, tras ser transportado en barco o por miles de kilómetros de gasoductos, de controlar su calidad y mantener unas instalaciones punteras en Europa, llega a tu casa una fuente de energía eficiente y poco contaminante que hace más confortable tu día a día.
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